

Yakuza, es una de las organizaciones criminales más atractivas, influyentes y con mayores referencias en la historia de las mafias, pero al margen de sus ejercicios delictivos, me atrae particularmente el hecho de que se le asocie con una manifestación que, a riesgo de múltiples críticas, muchos consideramos artística; por su indiscutible sentido estético, despliegue de belleza y dolor, de creación e irreverencia, de tradición y actualidad, presentes en cada una de sus obras. Me refiero al Ohkoshisei, el tatuaje japonés como expresión artística, y del Irezumi, la técnica tradicional de inserción de tinta vegetal bajo la piel con "agujas" de bambú.
Hay teorías que remontan la práctica del tatuaje incluso desde el 10.000 AC., a la que desde entonces se le fueron atribuyendo connotaciones religiosas, espirituales, militares, étnicas, de status social; pero aproximadamente desde el 300 DC., también se sumaron vínculos negativos con la criminalidad, el castigo, la prostitución. Es en el período Edo (1600-1868) cuando comienza a desarrollarse este arte como actualmente lo conocemos hoy, aunque persisten las asociaciones infelices. Pero lo irónico y curioso en la aceptación o rechazo del tatuaje, es que, históricamente, fueron los bomberos quienes lo usaron para acentuar su valentía, fortaleza y atractivos físicos. Ante esta realidad, no es de extrañar que -como sigue sucediendo en la historia- sea el común de la gente quienes resalten los aspectos negativos, de los cuales existen menos referencias históricas, antes de los valores de los que si hay evidencias. La virtud opacada.
Las fotos del encabezado son notables expresiones de este arte. Sin mayores aspavientos, a través del siguiente enlace, deseo que disfruten una muestra del trabajo de Horiyoshi III, uno de los exponentes contemporáneos más destacados de esta interesante y enigmática manifestación: http://www.youtube.com/watch?v=DVDp8xq6l0w
Saludos,
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